π = XXII / VII


Fue en el siglo XIII cuando Leonardo Fibonacci introdujo la llamada notación de números arábigos. Anteriormente, se utilizaba el formalismo de los números romanos, que tenía la desventaja de dificultar las operaciones aritméticas. Se dice que originalmente eran pastores etruscos que hacían muescas para contar los animales de sus rebaños. Durante casi dos milenios se utilizaron los ábacos para realizar operaciones, antepasados de nuestras tablas de multiplicar. Se dice que, para llevar a cabo operaciones complejas como las herencias, los notarios iban acompañados de matemáticos que en ocasiones tardaban varios días en hacer los cálculos. Sin embargo, en algunos casos, algunas operaciones fueron sencillas; Tomemos el caso de la multiplicación por 2 del número 67 = LXVII; cada signo se escribe dos veces, lo que da LL XX VV II II. Con la ayuda de reglas de reescritura simples, tenemos LL = C, VV = X y IIII = IV. Esto da CXXXIV, o 134. Para la división, procedemos de la siguiente manera, primero aplicamos reglas de reescritura, especialmente para números sustractivos, de modo que 9 = IX se convertirá en VIIII. Agrupamos los números de dos en dos y nos quedamos con solo uno. Así, 198 = CICVIII se convierte en CL XXXXVIII; y L se cambiará a XXXXX, lo que da C XXXXX XXXX VIII. Dividiendo C por 2 se obtiene L; las 8 X darán XXXX o XL y VIII se convertirá en IV. El resultado será LXLIV = 94. Siempre que nos ceñamos a las multiplicaciones o divisiones con números menores que 10, las operaciones serán sencillas, pero para una división como 5637801 dividida por 247, será necesario construir o utilizar un ábaco. Sin embargo, los matemáticos buscaban sistemas más prácticos. Y así fue como el sistema de calificación introducido por Fibonacci fue inmediatamente generalizado por banqueros y comerciantes.

Durante miles de años, las fracciones se han utilizado por debajo de la unidad. Dado que el número 60 tiene muchas propiedades divisorias, se adoptó y generalizó como base de la numeración sexagesimal, que todavía se usa para las horas (minutos, segundos) y los ángulos (minutos, segundos). Para los babilonios y en la Biblia (Libro de los Reyes 1:7:23), el número π igual a 3, lo que da una precisión de alrededor del 4%, lo cual era aceptable para la época. Luego vino la fracción 22/7, probablemente debida a Arquímedes en el siglo III a.C. Y es este valor el que se ha utilizado durante varios siglos, especialmente en la industria de la construcción. Sin embargo, a principios del siglo XVII se inventaron los “dígitos después del punto decimal”, una notación que facilitaba mucho los cálculos.

Es muy frecuente emplear poemas como regla mnemotécnica para poder recordar las primeras cifras del número π.  Una forma de memorizar los 20 primeros dígitos es con este poema, solo hay que contar las letras de cada palabra[1]:

“Soy y seré a todos definible

mi nombre tengo que daros

cociente diametral siempre inmedible

soy de los redondos aros” 









[1] https://numeropi.org/poemas-sobre-el-numero-pi





Robert Laurini

Editor Profesor emérito de informática
Picto

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